Veo impotente cómo aumenta el número de inmigrantes concentrados en diversos lugares de España, y me entristece profundamente la indiferencia del Gobierno. ¿Por qué se les desprecia? Yo llegué a Cataluña hace más de nueve años, y hace tres que tengo la doble nacionalidad. Pero sigo siendo inmigrante, y me identifico y solidarizo con todos aquellos que ahora tienen que hacer valer sus derechos tirados en unas mantas.
Sé que no puedo hacer mucho, pero aprovecho la oportunidad que me brinda este diario para expresar mi opinión. Por eso, desde aquí quiero dirigir unas palabras a la población catalana y española: por favor, den a los inmigrantes que se encuentran aquí el mismo trato que se da a los españoles y catalanes residentes en el exterior.
Y unas palabras más para el señor Aznar, el señor Pujol y para todos los que apoyaron la aprobación de la nueva y vergonzosa Ley de Extranjería: ¿Cómo pueden permanecer indiferentes o, lo que es peor, provocar el sufrimiento de tantas personas?-
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 5 de febrero de 2001