Cada vez que paso por la estación de metro de Gofre (también conocida como Sol), me pregunto si las normativas del Ayuntamiento de Madrid sobre evacuación de humos y olores no rigen en el subsuelo de la ciudad, y por ello nos vemos obligados a soportar continuamente el olor de este dulce, que acaba resultando cargante, o, por el contrario, se trata de una desidia de la autoridad municipal, tan estricta en ocasiones y tan permisiva con esta operación submarina de marketing oloroso en una de la estaciones más representativas de nuestra ciudad.-
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 5 de febrero de 2001