Si crees que los animales son nuestros esclavos y que podemos hacer con ellos todo lo que nos dé la gana, sin ningún respeto.
Si crees que para divertirse es lícito reprimir, explotar y maltratar a los demás.
Si te parece bien que animales salvajes libres e inocentes sean arrancados de su entorno y separados de los suyos, y pasen su vida prisioneros y enjaulados entre función y función.
Si no te importa el sufrimiento ajeno y eres capaz de ver cómo se machaca física y psíquicamente a un animal.
Si no te has planteado nunca qué pasa con los animales de circo cuando son viejos o se ponen enfermos y dejan de sér útiles a sus dueños.
Si quieres que tus hijos e hijas acepten con normalidad situaciones de sumisión, explotación, maltrato y esclavitud... Entonces, vete al circo, paga tu entrada y aplaude los números con animales. No te defraudarán.-
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 8 de febrero de 2001