Un Jordi Pujol pensativo y solitario recorría ayer por la mañana los pasillos del Parlament. Junto a él, el delfín, Artur Mas, y el gran aliado, Alberto Fernández (PP), componían un trío de aspecto apesadumbrado. Dos días de actividad parlamentaria han puesto a prueba la solidez del Partido Popular como socio de Convergència i Unió (CiU). Y el PP ha superado la prueba. Los 12 diputados que lidera Alberto Fernández se han alzado como la fiel guardia pretoriana de un Jordi Pujol duramente asediado por la oposición. Pero esta entente cordial, en realidad no tan cordial, entre CiU y PP ha dejado secuelas en los rostros de los protagonistas, como refleja la fotografía. La salida de Josep Antoni Duran Lleida, líder de Unió, del Gobierno de la Generalitat ha contribuido a profundizar la imagen de soledad de Pujol. Sus ojeras son un vivo testimonio de la decepción y el cansancio.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 9 de febrero de 2001