El Gobierno alemán apuesta por la 'calidad en vez de la cantidad' y advierte que la calidad se paga. No obstante, en nombre de la 'justicia social', quiere garantizar unos niveles mínimos asequibles a todos y dar a los consumidores la posibilidad de elegir entre los alimentos ecológicos y la agricultura convencional. Alemania proyecta aumentar su cuota de producción ecológica desde el 2,5% actual hasta el 20% en el plazo de diez años y creará primas para este fin. La agricultura y ganadería convencionales masificadas deberán someterse a unos requisitos, entre los que se cuenta la eliminación de los antibióticos y la administración de medicamentos a las reses sólo en caso de enfermedad, así como la creación de redes regionales de producción y comercialización. 'El dopaje de los cerdos, los pavos que no pueden correr y los pollos que, al salir del huevo, son sacrificados por millones porque no tienen el sexo correcto pertenecen a la política agrícola del pasado', dijo Künast.
En el ámbito nacional, la ministra dijo que el éxito de la nueva política agraria depende de seis actores (los consumidores, los agricultores, los fabricantes de piensos, la industria alimenticia, el comercio al por menor y la política) y expuso su concepción de cuál debe ser el papel de cada uno de ellos. Künast trató de demostrar que no existe ninguna alternativa a la política orientada hacia el consumidor. Las exigencias sobre la pureza de los ingredientes que hace unos años se aplicaron a la cerveza deben aplicarse ahora a las vacas. Según la ministra, se debe poder llegar a decir que 'en nuestras vacas sólo hay agua, cereales y hierba'. El Gobierno elaborará una lista positiva de piensos y forrajes y garantizará su transparencia mediante la declaración de contenidos.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 9 de febrero de 2001