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Crítica:22ª jornada de Liga | FÚTBOL

El Deportivo se viste de fiesta

Vibrante goleada a la Real Sociedad de Toshack con tres tantos de Diego Tristán

Javier Irureta engalanó a la orquesta con ropas de seda, y la sinfonía del tiquitiqui sonó en Riazor durante toda la noche para alegría de un público resignado normalmente a sonidos más agrestes. Las bajas de Emerson y Makaay animaron a Irureta a reunir en el mismo equipo a Fran, Valerón, Djalminha y Diego Tristán, gentes acostumbradas a tratar la pelota con el mimo que merece. Y el balón se pasó la noche entre caricias: primero una pared por aquí, luego un elegante cambio de juego por allá, tuya mía, ti-qui, ti-qui y gol. Porque la repentina pasión por el toque no afectó a la ya proverbial contundencia del Deportivo, que dejó el asunto resuelto en el primer acto y, gracias al resultado de San Mamés, logra colocarse a tiro de piedra del Madrid. De la Real Sociedad pocas noticias hubo. El conjunto de Toshack -quien, en su regreso a Riazor, se topó con un recibimiento poco amistoso- acabó el partido con tortícolis: se pasó la noche como un espectador de tenis, contemplando el trasiego de la pelota sin saber qué hacer.

La capacidad goleadora del Deportivo es inagotable. Todo el mundo andaba preocupado con la lesión de Makaay, el tipo que en las últimas jornadas enchufaba cualquier cosa. Pero el choque no dio motivos para añorar al holandés, porque allí estaba Diego Tristán, rabioso tras una temporada en el banquillo, con la misma calidad de siempre y más interés que nunca por conectarse al juego del equipo. Con él también regresó Valerón, quien al poco del inicio metió un excelente pase al interior del área que Tristán resolvió sin apenas ángulo de tiro. La sociedad entre Valerón y Tristán apenas se ha prodigado esta temporada, pero cada vez que las circunstancias les han permitido reunirse los resultados han sido demoledores. Tristán acabó el partido con tres golitos -por segunda vez en esta Liga- y dos de ellos se los debe a la gentileza de Valerón.

La Real llegaba a Riazor con un plan que se le quedó chafado prematuramente, tras el gol inicial de Tristán, y a partir de entonces ya no supo qué hacer. El peor peligro para el Deportivo cuando marca muy pronto es que suele darse a la vagancia, como le ocurrió hace una semana ante el Racing. Pero anoche había gente con muchas ganas de jugar al fútbol, de juntarse y entablar diálogo con un balón de por medio. De la fiesta disfrutó todo el mundo, hasta los que, como Scaloni, suelen reservarse para empresas menos delicadas. La primera parte fue un constante rondo del Deportivo, que además de hilvanar su fútbol con esmero pegó con la misma puntería de siempre: el segundo remate a puerta, una falta lanzada por Donato, también terminó en gol. Fue, además, un momento muy emotivo, porque el público se postró ante su viejo héroe, que, con 37 años, sigue ejerciendo de profesor emérito. Emociones, goles, fútbol bien delineado... No debe de ser tan malo el tiquitiqui este.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 11 de febrero de 2001