Soy padre de un hijo con síndrome de Dowm, hasta ahora escolarizado en el centro Ángel de la Guarda. Mañana puede que esté en casa conmigo. Cuando mi hijo ingresó en el mencionado centro, fue como si nos hubiera tocado la lotería, estaba considerado como uno de los mejores de Europa. Tenía toda clase de servicios: psiquiatría, neurología, odontología, piscina cubierta, cinco fisioterapeutas (ahora, dos); en la actualidad todo esto ha desaparecido. Estos servicios funcionaban perfectamente cuando pertenecían al Ministerio de Sanidad y Consumo, empezando su decadencia cuando asumió todas las competencias la Comunidad de Madrid. Al principio pagábamos unas cantidades simbólicas, que dejamos de pagar en tiempos de la consejera Elena Vázquez, pero empezaron a desaparecer servicios; como otros centros no los tenían, en vez de equipararlos por arriba, a los que los tenían se los quitaron.
Entra la derecha pura y dura del señor Ruiz-Gallardón, el centro queda bajo mínimos y encima nos quieren cobrar con arreglo a la renta per cápita de la familia. Por consiguiente, como digo al principio, mañana puede que mi hijo esté conmigo en casa, pues no pienso pagar ni un solo duro por tenerlo aparcado, que es en lo que se está convirtiendo el centro.
Piense, señor Ruiz-Gallardón, lo que ha pasado en las elecciones de EE UU: por un puñadito de votos ha perdido un candidato la presidencia. Estos 'niños', con sus familias, sumamos muchos votos y sabemos muy bien a quién 'no vamos a votar'.-
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 11 de febrero de 2001