Salamanca ha perdido un símbolo con la muerte de Remigio González, Adares (Pedraza de Alba, Salamanca, 1923). La plaza de El Corrillo se ha quedado sin la entrañable figura menuda de barba blanca y gorrilla visera, con el pañuelo anudado al cuello, que colocaba sus libros poéticos sobre el granito y despachaba versos. Adares fue también un poeta con capacidad de búsqueda en los versos de sus casi 30 libros, editados por él mismo y que luego vendía en su puesto. El pasado mes de junio presentó el último, Al poeta de Castilla y dame, con la muerte siempre presente, pero sin dramatismo. En un homenaje reciente dejó sentado: 'Mi tumba ya está hecha'. Incluso señaló que tenía establecido su epitafio: 'Nací y he muerto. / Dos oficios en uno dejo hechos. / Silencio, ahora, piden mis huesos'.-
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 12 de febrero de 2001