Ya era hora de que oyéramos a Montse Cortés cantar por derecho. Después de tanto tiempo coqueteando con moderneces no siempre asumibles, al fin se decide a volver al buen camino, al de la ortodoxia. Por levante, siguiriyas, soleares, bulerías. Cuatro géneros suficientes para definir cabalmente los poderes de un/a cantaor/a, que Montse Cortés ha superado en esta ocasión con sobresaliente cum laude. Voz cálida, hermosa, tremendamente flamenca y una enorme capacidad de jondura.
También por derecho canta, siempre, Rancapino, pero unas veces lo hace más bien y otras menos bien. Esta noche tocó el signo menos, y Rancapino se limitó a cumplir como pudo. Pero como es cantaor en estado de gracia con la afición, todo lo que haga será celebrado con entusiasmo.
Magia y rajo
Guitarra en concierto: Gerardo Núñez. Cante: Montse Cortés, Rancapino, Dieguito el Cigala. Toque: Montoyita, Fernando Moreno, Niño Josele. Teatro Albéniz. Madrid, 10 de febrero.
Dieguito el Cigala, otro nombre para alegrarnos los corazones. Ha sentado la cabeza, esto es evidente, y está cantando como él sabe hacerlo. También por derecho, aunque ponga siempre acentos personales como la entrada por alegrías o sus formidables versiones de los varios estilos que hizo de la gama minero-levantina. Siempre tuvimos ahí un gran cantaor, con frecuencia desperdiciado por avatares personales que él sufrió más que nadie.
Y Gerardo Núñez en guitarra en concierto. Músico cerebral, autor de composiciones complejas y de difícil ejecución. Pero él es un maestro también en ese menester, y sabe lograr de su instrumento sonidos de absoluta belleza, limpieza ejemplar y sin fallos.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 12 de febrero de 2001