Edward Crowley, un hombre de 53 años obsesionado con el ocultismo, con problemas psíquicos y que había sido encarcelado en el pasado por pederastia, fue condenado ayer en Londres a cadena perpetua por el asesinato del niño español Diego Piñeiro Villar, de 12 años. El ataque, ocurrido en mayo pasado, conmocionó a la comunidad española en la capital británica puesto que el menor conocía al agresor, que empezó a acosarle cuando el chico quiso dejar de verle. La madre, María Ángeles Villar, lanzó botellas de agua contra Crowley y le insultó en plena sala de vistas al escuchar cómo la pareja había formado una estrecha amistad sin que llegara a mediar abuso sexual alguno. Teresa Piñeiro, una de las hermanas del niño muerto, pidió la pena de muerte para su asesino a las puertas del Palacio de Justicia.
Al ser detenido el pasado año, Crowley llevaba encima varios diagramas relativos a supuestos sacrificios humanos. El asesino conocía al niño de verle jugar en el barrio londinense de Covent Garden, en el centro de la ciudad, y le hizo regalos, aunque sin insinuarse sexualmente. Cuando Diego quiso distanciarse, Crowley le declaró su amor en las paredes del colegio español de Londres. La dirección alertó a la familia y la policía apercibió al adulto, pero sin detenerle.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 13 de febrero de 2001