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Crítica:JULIANE BANSE | CANTO

Tarde de mujeres

Vino Juliane Banse a Madrid con un programa íntegro de mujeres compositoras, cinco del área alemana, tres de habla francesa. El enfoque ya da una primera idea de un cuidado intelectual, de un planteamiento cultural.

La voz de Banse es de tintes ligeramente oscuros. Su fraseo es elegante y su actitud desprende sencillez. La velada transcurrió casi en ambiente familiar: sin alardes pero con seguridad, con sonrisa pero sin aspavientos. Tuvo a menudo, emulando el título de una canción de Tailleferre, 'un aire de verdad'.

La sensación de encanto fue aún más acusada en el bloque dedicado a Clara Schumann, tanto en las seis canciones de Jucunde, de Hermann Rollett, opus 23 (excepcional la vena melódica que imprimió a En una verde colina), como en las propinas.

Juliane Banse, soprano

Graham Johnson, piano. Canciones de Anna Amalie, duquesa de Sachsen Weimar; Bettina Brentano; Corona Schröter; Fanny Mendelssohn; Clara Schumann; Pauline Viardot García; Cécile Louise Chaminade y Germaine Tailleferre. VII Ciclo de Lied. Fundación Caja Madrid. Teatro de La Zarzuela, 13 de febrero 2001.

Todo el recital estuvo bañado de una luz de salón. Los altibajos fueron mínimos y de cuando en cuando el tiempo se detenía, como en El anillo de plata, de Chaminade. Fue, en cualquier caso, un recital extraño: intimista, dulce, persuasivo, gratificante desde la contención.

Porque contención, e incluso sana ingenuidad, hubo en las canciones sobre textos de Goethe de la duquesa Anna Amalia, Bettina Brentano y Corona Schröter. Y contención, desde una gama de matices muy acusada que iba desde el humor discreto al acento intencionado, hubo en todo el bloque francés, especialmente en las seis canciones de Germaine Tailleferre expuestas con una sutileza nada aparente.

El pianista Graham Johnson, curtido en las mil batallas liederísticas, apoyó con sobriedad y madurez a la soprano. Era el único hombre en una tarde de mujeres: mujeres compositoras, mujer intérprete, mujeres en los textos y traducciones del programa de mano. Todo ello no desembocó en una lectura feminista convencional. La reivindicación de las compositoras era serena y cálida como un canto de primavera. Y es que, como se dice en una canción de Clara Schumann, ayer era 'un día para cantar'. Y también para escuchar con atención.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 14 de febrero de 2001