El Salvador se vio golpeado ayer de nuevo por la catástrofe. Un mes después del terremoto que causó más de 800 muertos y 4.000 heridos en el pequeño país centroamericano, un nuevo seísmo dejó ayer al menos 157 muertos y más de un millar de heridos. En vísperas del viaje de la reina Sofía, un terremoto de 6,1 grados en la escala de Richter sacó a los salvadoreños de sus casas y escuelas, causó el pánico y derribó centenares de viviendas.
Llueve sobre mojado y las imágenes vividas hace un mes se repiten. La zona más afectada por el seísmo de ayer corresponde a las provincias de La Paz, San Vicente, Cabañas y Cuscatlán, en el centro del país, donde se vinieron abajo muchas viviendas que ya estaban seriamente dañadas por el seísmo anterior. En San Vicente, capital de provincia situada a 60 kilómetros al este de San Salvador, el centro urbano resultó prácticamente destruido; las comunicaciones telefónicas y la distribución de agua y electricidad quedaron interrumpidas. La ciudad de Zacatecoluca corrió la misma suerte.
Las poblaciones de las zonas rurales, cuyas casas son muy endebles y suelen estar construidas con adobe, también recibieron un duro castigo. Las primeras informaciones aseguran que muchas familias han sido sepultadas en esos lugares, por lo que, como ocurriera hace un mes, el número de víctimas puede revelarse mucho más elevado a medida que los equipos de socorro accedan a los lugares más lejanos. Las autoridades estaban intentando durante esta madrugada evaluar el verdadero alcance de los daños.
Según la Cruz Roja, los hospitales están abarrotados de heridos y muchos de ellos son atendidos a la intemperie.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 14 de febrero de 2001