Me dirijo a ustedes, una vez más, para enervar mi opinión y queja sobre la conducción en mi ciudad. El transitar y circular por las calles se ha convertido en una vorágine llena de peligros. Todos los días tengo que circular con mi vehículo por esta selva de asfalto, y observo que las normas de seguridad vial y el código de la circulación no parece que vayan con los automovilistas, y aún menos con los motoristas. Les aseguro que de cada cinco automóviles, uno se pasa los semáforos en rojo. Aunque a los automovilistas nos hacen buenos los motoristas, ya que éstos, de cada cinco, seis se lo saltan en rojo, son camicaces del asfalto y no respetan a los peatones. ¿Qué pasa con la policía?, ¿es que no tienen ojos?-
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 16 de febrero de 2001