Estudio de J. Vancurra, 1916.
En el argot ajedrecístico, a los alfiles se les llama a veces 'pinchos', por su acción oblicua que recuerda a un alfiler. Tal vez pocos alfiles en la historia hayan merecido tanto ese nombre como el blanco en este estudio de J. Vancurra. Las blancas tienen un peón por la calidad, y la agresiva situación de los mismos indica que no corren riesgo de perder la partida; pero la victoria parece una quimera. Después de la secuencia 1 e8=D, T - e8 / 2 Af8, Te2 j., el monarca blanco no puede retirarse a g1 o g3 por 3... Te6!, seguido de 4... Tg6 y tablas forzosas, de modo que hay que mantenerse en la banda, a merced de los jaques: 3 Rh3, Te3 j. / 4 Rh4 (siempre forzado por la amenaza ... Te6) 4... Te4 j. / 5 Rh5, Te5 j. / 6 Rh6 y ahora no, por supuesto, 6... Te6 j. / 7 T - h7 ganando, sino 6... Te1! Esto amenaza directamente 7... Tg1, y no sirven ni 7 g8=D, Th1 j. y tablas, ni la aparente 7 Ae7, Tg1 / 8 Ag5, Th1 j. / 9 Ah4, Tg1 -y no 9... T - h4 j. / 10 Rg5 ganando- y tablas otra vez. Las blancas aún disponen de 7 Ac5, que controla la casilla g1, pero como 'si estás aquí no estás allí', como dice un adagio ajedrecístico, la torre vuelve a su retaguardia: 7... Te8 y el empate parece un hecho: 8 Af8, Te1, etcétera. Pero después de 8 R - h7, que amenaza 9 Af8, Te1 / 10 g8=D, Th1 j. / 11 Ah6 j. ganando, la cosa se pone negra para el segundo jugador; la torre debe mantenerse en su primera horizontal, y es entonces que comienzan los pinchazos mortales: 8... Td8 (amenaza 9... Td7 y tablas) / 9 Ae7!, Tc8 (única; si 9... Te8 / 10 Af8, etcétera) / 10 Af8, Tc7 / 11 Ad6! ganando. El último pinchazo ha sido más bien una puñalada letal.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 17 de febrero de 2001