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Crónica:CRÍTICA | CANCIÓN

Intimista 'ma non troppo'

Era la presentación en Valencia de un nuevo álbum, Temps de revoltes, que Lluís Llach puso en circulación en noviembre pasado. Pero era, sobre todo, la puesta en escena de un Llach intimista ma non tropo; relajado pero presto a poner el acento en aquellos pasajes de su obra que lo requieren; concentrado en la ecuación piano-voz tan familiar para él y su público, pero atento a la compañía que incorpora matices enriquecedores a la expresión musical y poética del cantautor.

El equilibrio de todo eso, reflejado de forma plástica en el bis que respondía a la demanda de L'Estaca con una canción situada en el otro extremo, La tendresa, es la novedad. Lo demás, un repertorio con sólo dos piezas estrictamente nuevas (Veritats i metides, I tanmateix), o el recuento de una trayectoria artística, social y política en buena parte conocida, aunque abordada con un lenguaje adaptado al momento presente, es el Llach de siempre, tan pesimista y sarcástico respecto al presente, e implacable con el pasado, como optimista y romántico con el futuro. Un Llach convencido de que hay más motivos de revuelta y gente descontenta que nunca, e interesado por el nacionalismo 'en la medida que está al servicio del ser humano', según dejó patente al presentar Jo hi soc si només vols ser-hi, una de las piezas estrenadas en la plaza de toros de Valencia, el pasado año, con la cantata Germanies 2000. Una pieza, por cierto, que no se resiente del cambio de formato.

Lluís Llach.

Teatro Olympia. Valencia, 16 de febrero.

Llach bucea en su repertorio más añejo, pero no se acomoda en la inmersión fácil. Primero porque repesca piezas poco recurrentes, como Un núvol blanc o Cançó d'amor a la llibertat. Segundo, porque no regatea en arreglos nuevos, para viejas canciones, como Cinema paradis, o Verges 50. Tercero, porque con el nuevo formato de grupo (guitarra clásica, violín, percusión, bajo y celo, básicamente), un sexteto de cámara casi totalmente acústico, le sienta como un guante a ese Llach intimista, pero comunicativo, que disfruta de la compañía adecuada, sea para darle la réplica o para reforzar sus planteamientos expresivos.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 17 de febrero de 2001