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Crítica:LA MALA RODRÍGUEZ | 'RAP'

Respeto

Altiva como una pequeña diosa, de perfil agitanado y esbozando siempre el jipío al borde de su rima, la nueva sensación del rap español se presentó ante sus seguidores madrileños y también ante todos aquellos que sienten curiosidad de ver si es posible casar un estilo tan genuinamente norteamericano como es el rap con las raíces españolas.

María sacó, desde luego, de dudas a estos últimos, porque sus temas, aunque tremendamente dependientes en directo de una selección de bases rítmicas excesivamente minimalistas que casi hurtan del todo el contenido musical a las canciones, sí poseen un deje inequívocamente hispano que es, en definitiva, el sello de marca de La Mala.

Las letras siguen en la tradicional línea de reivindicación personal propia del estilo: esa continua, confusa para los ajenos, aunque absolutamente prístina para los fieles del credo hip hop, exigencia de respeto al que se atreve a rimar y sale con garbo del empeño. Pero las imágenes y algunas frases hechas con las que construye su rima no dejan lugar a dudas: '¡Niño, ohú, que mal te veo...!', 'si faeno es pa pescar algo' o 'soy la cocinera de tus mejores platos, deja que te empape con lo que yo me empapo'. En cuanto al estilo con el que interpreta, La Mala rompe la rígidez del ritmo marcado. Pone los acentos de manera pausada, no atropella sus versos y, lo que es más importante, marca una serie de estribillos, más bien pares de versos, repetidos que hacen al oyente engancharse: 'Ves, cómo lo sabía yo. Tengo lo que tú quieres...'.

La Mala Rodríguez

María La Mala Rodríguez y Frank-T (voces) y D. J. Makey (platos). Sala El Sol. 1.800 pesetas. Madrid, jueves 15, viernes 16 y sábado 17 de febrero.

Falta de humor

Su manera de rapear es, en su propio lenguaje, respetable, como lo marca el hecho de colaborar en directo con históricos del rap español como Frak-T o Kamikaze de CPV. Sólo le falta a la cosa un punto de sentido del humor, pero en el hip hop la risa parece más tabú que en el monasterio de El nombre de la rosa.

Poesía casi inconsciente vía genética y un estilo personal, La Mala funcionó tremendamente bien en directo, porque, además, y al contrario de lo que suele pasar en el rap nacional, sus canciones pueden aprenderse. Además apetece. Por tanto, no es de extrañar que Yo marco el minuto, A jierro o Tengo un trato hayan captado ya a 20.000 compradores de su álbum de estreno. Con La Mala Rodríguez el rap español puede dar un salto.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 17 de febrero de 2001