Como padre de un niño sordo, me gustaría destacar la importancia de la atención temprana a una persona que nace con deficiencias auditivas. Está demostrado que la sordera puede detectarse en los primeros instantes de vida; la sanidad pública, consciente ya de este hecho, está comenzando a incluir pruebas específicas para detectar esta deficiencia en todos los niños que nacen. Este gran paso adquiere su importancia y valor cuando se actúa en consecuencia. En estos momentos me parece intolerable que, tras un diagnóstico precoz, la Administración no asuma la atención temprana que precisan estos niños. El tratamiento debe comenzar de inmediato porque todo el tiempo que se pierda en iniciar la rehabilitación auditiva es irrecuperable. En los primeros años de vida se adquieren los conceptos del lenguaje, la herramienta que nos permite comunicarnos con nuestros semejantes.
El niño con sordera se encuentra prácticamente al margen de la sociedad si no se le permite establecer esa comunicación, y muchos padecen este fenómeno por la falta de atención adecuada. Para abordar esa falta de información en las familias que se encuentran en esa problemática, funciona en nuestra provincia un Servicio de Atención y Apoyo a las Familias, en el seno de la Asociación ASPAS Valencia. Me gustaría hacer un llamamiento a los padres que se les ha presentado una situación como la mía para que sepan que no son los únicos y que desde esta asociación se trabaja en la orientación del niño con sordera y de su familia.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 18 de febrero de 2001