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CARTAS AL DIRECTOR

¿Cursos o estafas?

Leo con indignación la noticia de que el Ayuntamiento de Madrid pagó 25 cursos a presos que nunca se dieron y he recordado la oportunidad que tuve de impartir un curso de formación a parados, financiado con fondos públicos, cuyo contenido versaba sobre la Formación de futuros empresarios. Me ofrecieron un millón de pesetas por tres meses de clase. En esos momentos era mucho dinero para mí (ahora también) y el horario era cómodo, pero no acepté. Soy licenciado en Filología Hispánica y en Ciencias Empresariales y había enviado mi currículo a unas cuantas academias. Una de ellas me llamó al poco tiempo para hacerme la tentadora oferta. En un ataque de honradez (y tal vez de miedo) argumenté que no había creado ninguna empresa y que mi experiencia empresarial era nula, con lo que no creía ser la persona adecuada para ese curso a pesar de mis licenciaturas. Me dijeron que no fuera tonto, que si no era yo, el curso lo iba a dar otro y que todos ganábamos algo: el organismo público que ponía los fondos, porque engordaba sus estadísticas; la academia, por llevarse su participación económica (que ignoro a cuánto ascendía); yo, por llevarme una inmerecida pasta, y los desempleados, porque, al fin y al cabo, se llevarían un certificado o diploma, aunque pocos conocimientos prácticos. En fin, creo que sobran las palabras. De ahí a cobrar por no impartir los cursos creo que sólo hay un paso: encontrar a las personas dispuestas a llevarse el dinero sin merecerlo.-

* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 20 de febrero de 2001