Tras los penosos hechos vandálicos provocados el pasado jueves 22 en el campus de Leioa de la Universidad del País Vasco-Euskal Herriko Unibertsitatea por grupos de delincuentes proetarras acarreados en masa, cual rebaño de ovejas, desde todas las herriko tabernas de su ficticia Euskal Herria, y completamente ajenos a la vida de la comunidad universitaria, los estudiantes nos sentimos desprotegidos, intimidados y coartados ya que la Ertzaintza no consiguió su principal objetivo: evitar que destrozaran las instalaciones universitarias así como evitar el pánico generalizado que lograron crear.
No sólo no consiguió esto, sino que no detuvieron ni a uno sólo de estos delincuentes. Su verdadero y único objetivo quedó patente: el lehendakari debía poder entrar y salir de la Universidad protegido y tranquilo. Los alumnos no importamos, las instalaciones no importaban, el seguimiento de nuestra habitual jornada estudiantil todavía importaba mucho menos, hasta el punto de que la policía autonómica lanzó gases lacrimógenos a la Facultad de Derecho, dejando huir a los proetarras y perjudicando gravemente a los estudiantes en sus clases.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 22 de febrero de 2001