Quisiera mostrar desde este espacio mi agradecimiento a la Iglesia por la sensibilidad que está teniendo con el problema vasco y con el sufrimiento de su sociedad. No me gustaría ser mal interpretado por posicionarme de esta forma, puesto que alguien puede pensar que quiero poner a la Iglesia en un lado o en otro. No es así, únicamente quiero animarles a que sigan por ese camino.
Me explico. No tuve la posibilidad de acudir al acto del mes pasado en Vitoria convocado por la Iglesia pero, por lo que me dijeron y leí en la prensa, fue muy emocionante. Allí se debió sentir a un pueblo dolorido, pero por una vez unido. Y esa unión la propició la Iglesia. Yo no le voy a pedir a la Iglesia que firme ningún acuerdo, y tampoco voy a criticarla porque lo haga, la Iglesia siempre ha sido soberana.
La Iglesia pide el perdón y la reconciliación de toda la sociedad, y para eso hay que dialogar. Pero no sólo los dirigentes; los propios ciudadanos de este país tenemos que dialogar para perdonarnos y posteriormente reconciliarnos.
El PP y el PSOE, sabrán lo que hacen; yo creo que no, no se están dando cuenta de a cuánta gente están poniendo en contra, y cada vez más. De verdad, sólo quiero agradecer a la Iglesia el esfuerzo que está haciendo para que, como siempre, quepamos todos en su regazo.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 22 de febrero de 2001