Reserva de frescura en el verano. Cobijo abrigado en invierno. Sosiego manso todo el año. Los patios de manzana del barrio de Salamanca fueron ideados como elementos decisivos de un tipo de edificación residencial que incluía superficies ajardinadas interiores con césped y arbolado, donde los niños pudieran jugar y contemplar en las plantas y en las flores el discurrir de las estaciones. Así quedó trazado en el planeamiento de esta zona del Ensanche de Madrid, obra de Carlos María de Castro en 1857.
El plano a la sazón trazado asignaba a las casas del barrio de Salamanca una planta baja y tres más sobre ella. Las fachadas quedaban revocadas con molduras de yeso e hileras de balcones con rejería simple: en cada piso, viviendas exteriores a la fachada e interiores al patio, siempre soleado y ajardinado. El planeamiento se atuvo al respeto absoluto por este uso, como cabe comprobar aún, en los diseñados por el arquitecto Cristóbal Lecumberri en el arranque de la calle de Serrano. También en el que circunda las calles de Goya, Jorge Juan, Serrano y Claudio Coello: palmeras, fuentes, incluso bancos de madera y piedra, jalonan una superfie grata a la vista y al ánimo. Empero, el precedente marcado por la mole de apariencia industrial de la manzana de Hermosilla, Goya, Núñez de Balboa y Castelló es, según los vecinos, 'muy preocupante'.
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'No va a haber industria alguna', dice un directivo de la empresa rehabilitadora Empty con ánimo tranquilizador. 'Tenemos el encargo de transformarlo en oficinas, con los tubos de aire acondicionado por dentro'.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 23 de febrero de 2001