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VISTO / OÍDO

Miedo a la justicia

La justicia fue siempre el terror del español: era instrumento de reyes, feudales, capitanes. De inquisidores. Y de jueces, al fin, cuando la burguesía ocupó los poderes y colocó a sus hijos: un primogénito para el Ejército, un segundón para la Iglesia; y el tercero, juez. Hubo un tiempo breve en el que comenzó a desmontarse este juego, pero la burguesía que había proclamado la República se asustó, se volvió atrás, y la devoró en nombre del tiempo antiguo: militares, curas, jueces, capitalistas, volvieron en manada. El español tenía miedo porque sabía lo que significaba ser empapelado, y decía 'tengas pleitos y los ganes', porque perderlos era la ruina definitiva. De ahí el resultado de la encuesta de opinión pública: es fatal. El grueso de la judicatura comparte la opinión del ciudadano. Ocho años para que el Supremo considere una sentencia es un inmenso disparate. El añadido confuso del Constitucional aumenta los plazos.

No es sólo la lentitud, ni la clase social del juez, ni los costes de abogados, lo que hacen de la justicia una desgracia pública: son las leyes, los procedimientos, el enjuiciamiento y la lacra de las cárceles. Es natural que una sociedad de propietarios persiga cada vez más el daño a la propiedad, y España se divide cada vez más entre los que poseen algo, o imaginan que lo poseen, y los que no tienen nada. Las negociaciones entre patronos y sindicatos para crear un orden social algo más justo fracasan. Se alargan, y Aznar se impacienta. La impaciencia de Aznar, que probablemente los empresarios desean provocar, significa que el Gobierno intervendrá y señalará a la fuerza la relación capital-trabajo.

Éste es un Gobierno de empresarios: el que no lo haya sido, lo será al salir del Gabinete. Es lógico que sus leyes sociales no vayan contra la empresa; y que defiendan toda clase de propiedad: incluso el asalto a la propiedad que se hace desde el exceso de ella. Clinton ha indultado de sus delitos a los millonarios, Aznar al juez que ayudaba unos intereses frente a unas libertades democráticas que podían amenazar al sistema antiguo. Y ahora prepara una reforma de la justicia que dé más fuerza al Poder Único del Gobierno. ¿Qué van a hacer los españoles con las preguntas de su encuesta? Mantener su miedo.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 23 de febrero de 2001