Marta Ferrusola, mujer del presidente de la Generalitat de Cataluña, nos informa (EL PAÍS, 21 de febrero) de que, cuando sus hijos eran pequeños, a veces no podían jugar en el parque 'porque todos los niños eran castellanos'. Pero el tiempo pasa y hoy el presidente 'está cansado de dar las viviendas sociales a magrebíes y gente así...'.
Intento imaginar el escándalo que unas declaraciones así, hechas por la mujer de un presidente, provocarían en Francia, Alemania o Estados Unidos. Definitivamente, la miseria y el subdesarrollo son hechos sobre todo morales y políticos.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 24 de febrero de 2001