Vinos del frio, vinos del hielo. Mostos nacidos de una vendimia tardía con uva sobremadura y, por consiguiente, con una mayor concentración de azúcar y aromas. La recolección se realiza entre los frios meses de diciembre y de enero, cuando el grano está helado, con el peligro que implica esperar a la total maduración de la uva y se aprovecha la madrugada cuando el termómetro marca entre -5 y -8 grados centígrados.
Esta es una práctica desconocida en nuestro entorno. Países como Canadá, en las proximidades de las famosas cataratas del Niagara, y sobre todo Alemania y Austria la llevan a cabo y sus vinos de hielo son muy apreciados en casi todo el mundo, llegándose a pagar precios desorbitados por los mostos resultado de estas vendimias.
Son vinos dulces, nada empalagosos debido a su alta acidez y, a la vez, muy fáciles de tomar pues el grado alcohólico nunca llega a pasar de los 10º. La inmensa mayoría corresponde con vinos blancos salvo excepciones, como el vino que presentamos hoy que está elaborado a partir de la uva tinta Blaufränkisch. Una variedad que se cultiva y es autóctona de Austria. En el país centroeuropeo la familia Wind, con sólo 10 hectáreas, elabora vinos dulces con botritis y dulces como este Eiswein Blaufränkisch.
Presenta un suave olor a aurora invernal. Refrescante, muy limpio a fruta madura. En el paladar cítricos, muy afrutado, acidez viva, dulzor concentrado y largo como los besos de adolescencia. Un vino muy recomendable para culminar una buena comida y también una buena compañía para el queso.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 25 de febrero de 2001