La voracidad recaudatoria del Ayuntamiento de Madrid a costa del mundo del automóvil, respaldada por la restricción sistemática y progresiva de aparcamiento en la vía pública, está dando pie a que los sufridos vecinos de la zona próxima a Manuel Becerra, fuera de la zona azul, sean sancionados y continuamente acosados por su Policía Municipal.
Sirva de ejemplo la fijación que existe en un pequeño tramo de la calle del Campanar (donde no hay prohibición explícita de aparcamiento, aunque no tardará en haberla), entre Ruiz Perelló y Castelar, donde numerosos vecinos se ven en la necesidad de aparcar sus coches sobre parte de la acera, pero dejando en todo momento más de metro y medio de espacio para los peatones, por otra parte escasísimos, y sin obstaculizar la circulación.
Pues bien, ahí están casi todos los días nuestros queridos amigos para cumplimentar su ración diaria de multas que ayuden a que nuestra querida ciudad siga sin atascos, como dice el alcalde. ¿No sería más beneficioso para la ciudad el situar estos efectivos en el control de la circulación, en lugar de mandarlos a calles escondidas y sin tráfico con el único propósito de recaudar? ¿No hay otra forma de recuperar el déficit de 838 millones de pesetas en la gestión de la ORA? Sean más racionales al determinar sus actuaciones para paliar lo verdaderamente preocupante: la circulación. -
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 26 de febrero de 2001