Sorprendido estoy, tras escuchar las edificantes opiniones en Cataluña de doña Marta Ferrusola y de Heribert Barrera, del comedimiento verbal sobre la cuestión de la inmigración de nuestros próceres, de suyo mucho más políticamente incorrectos que los catalanes. Pero, tras pensarlo, he llegado a la conclusión de que este silencio tiene que deberse a otras causas. ¿Quizá al hecho de que en Euskadi la inmigración tiene una presencia notablemente inferior que en Cataluña y los iñakis se ven todavía (salvo en Bilbao la Vieja) como una simpática nota de color? ¿Quizá a que el nacionalismo vasco ha decidico otorgar el papel del inmigrante incómodo y sin papeles a aquellos otros vascos que no comulgan con su ideario? Por ahí debe andar la cosa.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 2 de marzo de 2001