El Estudiantes se apuntó ayer otra muesca en la lista de sus enfrentamientos con el Pamesa. Y ya van nueve consecutivas. Desde el 28 de octubre de 1998 no vence el Pamesa a los madrileños. Ayer, el conjunto de Pepu Hernández venció al grupo de Casimiro de la mano de los hermanos Reyes, Alfonso y Felipe. Cada uno con sus armas, llevaron de calle al Pamesa. Felipe, con su movilidad bajo los aros y su rapidez al contragolpe. Alfonso, con su envergadura y su oficio bajo el tablero. El mayor de los Reyes bregó contra todos los pivotes del Pamesa en la pintura. Casimiro probó con Alston, con Hopkins, con Durham... Inútil, Alfonso Reyes ha nacido para el choque, para el cuerpo a cuerpo, y en este arte es superior a sus rivales. Mientras uno de los hermanos llevaba el mando de su equipo, el otro descansaba. Felipe saltó a la cancha en el segundo cuarto, pero seis minutos le bastaron para desequilibrar el partido: en ese tiempo anotó 13 puntos, capturó cuatro rebotes y provocó tres faltas.
El Pamesa, que había aguantado con nobleza el tirón, demostró entonces sus vergüenzas: sus jugadores suplentes no ofrecen la solvencia necesaria para competir al más alto nivel, y Estudiantes hizo patentes tan preocupantes carencias. Aparte de Rodilla, Hopkins y Alston, nadie sostiene al Pamesa en los momentos de la verdad. El Estudiantes, que ya conoce el secreto, lo aprovechó. La próxima entrega, dentro de nueve días, en los cuartos de final de la Copa del Rey, en Málaga.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 4 de marzo de 2001