El premio que se daba por participar en el desfile infantil de disfraces celebrado hace unos días en la plaza Mayor de Madrid consistía en una caja con cien unidades, sí, cien, de chicle sin azúcar para cada uno de los niños participantes.
Alguien del Ayuntamiento de Madrid, organizador del evento, debería explicar qué sentido tiene dar tal cantidad de unidades de cicle por niño, no sólo porque puede resultar dañino un consumo masivo de estos chicles, tal y como se indica en el envoltorio de los mismos, sino porque da la impresión de que el fabricante utiliza a nuestros hijos como inocentes distribuidores entre sus amiguitos.-
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 4 de marzo de 2001