Hace 15 años que mataron a su padre y todavía hoy Teresa Díaz Bada, psicóloga de profesión, se emociona al hablar de él. Al acordarse de que su ataúd, velado en la academia de la Ertzaintza en Arkaute, sólo fue cubierto por la ikurriña, a pesar de que su madre quería que también fuese honrado por la bandera española. 'No nos hicieron caso', recuerda en un momento de la conversación, 'y aún nos queda esa pena'.
Los periódicos de entonces contaban que la doble condición de Carlos Díaz Arcocha, teniente coronel del Ejército español y jefe de la policía autónoma vasca, uno de los símbolos más característicos del autogobierno en Euskadi, otorgaba una 'marcada significación política al atentado'. Pero lo que Teresa recuerda de aquello es que se quedó sin su padre. Para siempre. Aunque es presidenta de Covite, el colectivo vasco de víctimas del terrorismo, ha acudido a la cita a título particular. Según Díaz Bada, muy crítica con el Gobierno de Juan José Ibarretxe y con el PNV en general, el nacionalismo y la Iglesia vasca han dejado durante muchos años abandonadas a las víctimas. 'Quienes más han hecho por la paz aquí han sido los muertos, no los asesinos ni quienes volvían la cara ante sus crímenes'.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 4 de marzo de 2001