No sé si es o no bueno el que finalmente tengamos elecciones. No sé si esas palabras que esperábamos como agua de mayo, convocándonos para el próximo 13-M, contribuirán a mejorar un ápice la calidad de nuestras vidas. No sé si el hecho de que comencemos a atisbar un cambio en la Lehendakaritza hará que ETA desista. No sé. Lo único que sé es que de aquí al día en que tengamos que introducir la papeleta en la urna queda mucho tiempo, demasiado diría yo. Lo único que sé es que de aquí a ese día quedan dos meses y medio de campaña electoral. Y lo único que sé es lo que siento y lo que deseo, lo que deseamos la mayoría de las personas de esta pobre comunidad.
Y lo que deseamos es que no estemos todo este tiempo escuchando insultos y mezquindades. No es digno que sigamos dando la espalda a la realidad de nuestra sociedad. ¿O es que no sabemos todos que los responsables de la miseria que estamos viviendo suponen apenas un 5% de la población de Euskadi?
Así pues, reclamo tranquilidad en esta campaña y que las palabras altisonantes se dirijan con toda la vehemencia del mundo hacia esas personas iluminadas que, por no se sabe muy bien qué designios del más allá, se otorgan la capacidad de cambiar la vida de las personas a través de la fuerza y la sinrazón.-
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 5 de marzo de 2001