En Cádiz, cuando Purificación González de la Blanca era concejala, había censadas más de 500 viviendas vacías en el casco antiguo. Desconozco los datos actuales. Se dice que son 3.500 en el centro y que somos menos gaditanos que antes. No quiero hablar de Puerta Tierra, con sus innumerables pisos sólo ocupados un par de meses al año.
En otros ayuntamientos europeos esto no se permite. En Amsterdam, por ejemplo, el Ayuntamiento obliga a sus propietarios a poner en el mercado las viviendas que no ocupan. Si alguno no consigue alquilarla, el mismo Ayuntamiento lo hace, repara si no estuviese en condiciones de habitabilidad y gestiona los cobros de recibos, a un alquiler razonable, con un porcentaje de reparaciones si se hubiesen efectuado, y paga a los propietarios ese recibo con sus descuentos también por gestión y reparación.
Esta medida evita algo la especulación con las viviendas vacías y los contratos sin papeles que se efectúan, y no le cuesta, ni tampoco gana, al Ayuntamiento nada, porque la gestión pública allí se realiza sin ánimo de lucro para satisfacer al ciudadano.
Lo que pasa es que el alcalde de Amsterdam tiene una bicicleta como vehículo oficial municipal.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 6 de marzo de 2001