Los moderadores destilaron la esencia de las numerosas preguntas en unas decenas que recogieron la preocupación por el rumbo que el país más grande del planeta sigue bajo la batuta de este antiguo agente del KGB. Putin superó sin problemas la prueba, vistiendo su uniforme más vistoso (el de demócrata y reformador) y echando balones fuera con gran habilidad. Si hubo un hilo conductor de todas sus respuestas, ése fue el deseo de conjurar los temores de que sus declarados propósitos, como el de imponer 'la dictadura de la ley' o reforzar la 'vertical del poder', puedan esconder designios autoritarios o un intento de vuelta atrás.
El líder del Kremlin aseguró que democracia y legalidad son conceptos inseparables, prometió que hará lo imposible para asegurar que 'Rusia continuará siendo un país democrático', y precisó que 'no hay otra alternativa que el desarrollo democrático y la economía de mercado'.
A los internautas que criticaban lo que él llama 'operación antiterrorista' en Chechenia, les vino a decir que eso demostraba que había mucha gente en el mundo que no entiende lo que ocurre en la república caucásica, que él explicó así: no hay ninguna campaña contra el pueblo checheno, el Ejército se vio obligado a intervenir cuando los terroristas invadieron Daguestán y los chechenos sólo recibieron crimen y corrupción de sus gobernantes independentistas.
Preguntado por los planes del nuevo presidente de EE UU, George Bush, de implantar el escudo de defensa espacial, Putin advirtió de que la consecuencia inmediata de esa medida, la ruptura del tratado antimisiles balísticos ABM, desintegraría la estructura de la seguridad internacional. Putin elevó un tanto el temor a una crisis sin precedentes desde la guerra fría al asegurar que si Bush cumple su amenaza, tratados como el START II de reducción de los arsenales estratégicos no tendrían por qué ser aplicados por Rusia, ya que están ligados al respeto del ABM que, en su opinión, es el eje de todos los compromisos de desarme entre ambos países.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 7 de marzo de 2001