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OPINIÓN DEL LECTOR

Talibán valencianos

El derrumbe de una parte de la infraestructura hidráulica de origen romano que discurre por el término de Chelva hace pensar de nuevo en el desinterés absoluto que las autoridades muestran por la preservación del patrimonio de la Serranía. Las inversiones se han centrado en la construcción de carreteras, planteadas de modo terriblemente agresivo -CV-35 entre Domeño y Chelva- y cuya justificación obedece a cuatro objetivos: mejorar el acceso de los camiones cargados de residuos del área metropolitana de Valencia a los vertederos, acelerar el flujo de salida de materiales de las canteras hacia los centros de transformación, acortar los tiempos de transporte de los escolares y así evitar una inversión en plazas de enseñanza secundaria, y poner más fácil a los noctámbulos de fines de semana el desplazamiento entre discotecas y el camino hacia la muerte prematura. El patrimonio natural se resiente de todo ello; habría que añadir incendios, pistas forestales inútiles, edificaciones ilegales y actuaciones de impacto paisajístico. Y el patrimonio cultural... aún peor; vestigios romanos que se hunden, tramas urbanas históricas que se despueblan y degradan -barrios medievales de la propia Chelva, o por las calles de Andilla, o algunas de las monstruosas construcciones en Alpuente o Calles-, monumentos de todas épocas que, o flirtean con la ruina -la iglesia parroquial de Tuéjar sigue en pie porque se actuó en el último momento- o definitivamente están en el suelo -Chelva, ermita de la Santa Cruz, antigua mezquita-, tradiciones y usos que se olvidan como consecuencia de la uniformización cultural que se promueve... Desde luego, no sólo en Afganistán hay talibán.-

* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 9 de marzo de 2001