La noticia que nos ha sacudido desde los medios de comunicación del asesinato de Juan Carlos, el niño de 15 años encontrado en un descampado en Fuenlabrada, no admite adjetivaciones y nos debe poner a todos en estado de máxima alerta.
Una sociedad donde tienen cabida sucesos como éste, debido, según las primeras conjeturas, a que una criatura de 15 años, sin apenas tiempo para comenzar a vivir, no podía atender las exigencias económicas a las que era sometido por una banda de criminales juveniles, una sociedad así, digo, no tiene esperanzas de sobrevivir.
Y es tarea de todos erradicar hechos tan luctuosos como el que nos ocupa, que no ha segado únicamente la vida de un ser inocente, sino también el futuro y la ilusión de toda una familia para siempre. Es necesario que todos trabajemos juntos para desterrar este otro terrorismo de cada día, el que hace vivir en la angustia a una criatura y llega incluso a su asesinato. Y es hora de que padres, educadores, asociaciones de todo tipo, la Iglesia y el Estado, a través de los departamentos y mecanismos correspondientes, acaben con hechos tan espeluznantes como el que nos ha golpeado a todos.
Toda aquella persona que no sea capaz de vivir en sociedad debe ser apartada de ella hasta que, por los procedimientos más adecuados, no sólo represivos, sino también y especialmente psiquiátricos, pueda volver a ejercer como ser útil y adaptado a la comunidad humana.
No dudemos en denunciar -no sólo quienes las sufren, sino también quienes puedan tener noticia de ellas- situaciones de extorsión que puedan desembocar en hechos tan trágicos como el que, por desgracia, tenemos que comentar. Y, desde aquí, un inmenso abrazo de ánimo -desde mi propia desolación- y de cariño a la familia de Juan Carlos, a él mismo en ese plano de existencia mucho más justo y sin angustias donde ahora, seguro, debe morar, y la exigencia de que el peso de la ley caiga con todo rigor contra quien es capaz de actos tan anti-natura y deshumanizados como el presente.-
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 9 de marzo de 2001