Hace unos días se emitió por la 2 de TVE el programa Línea 900 en el que se pretendía plantear la problemática de las parejas de hecho, concretamente de los homosexuales y lesbianas. Yo fui una de las personas que intervino en el mismo y quisiera hacer algunas consideraciones.
Llama poderosamente la atención que entre las personas que intervinieron sólo apareciera yo defendiendo la postura contraria a la de estas parejas. Al hablar con Salvador Rich, presentador del programa, me dice que no encontraron a nadie salvo personajes políticos, a los que no ha querido involucrar por no apartarse de la línea del programa. Sin embargo, sí aparece la portavoz de IU en el Parlamento de Navarra. Por lo que me dice, les bastaba con mi opinión para 'plasmar la moral católica' respecto al tema, como si yo tuviera la autoridad requerida para hablar de cualquier moral, incluida la católica. Soy católico convencido y practicante, nunca lo he ocultado. Pero no me parece muy honesto utilizar mi confesión religiosa como arma arrojadiza contra las parejas de homosexuales y lesbianas. ¿Quién le ha contado al presentador del programa que yo represento a los padres católicos de Navarra, como decía el subtítulo bajo mi nombre?
Para la realización del programa mantuvimos una entrevista de dos horas largas, durante las que intenté hacerme entender. Y llegué a pensar que lo había conseguido. Con posterioridad, se hizo otra entrevista adicional, también de más de dos horas, de las que entresacaron los planos del programa. Ya me ha advertido Salvador Rich que, gracias a su influencia, los realizadores del programa y el resto del equipo, no han desmenuzado mi intervención, como les pedía el cuerpo, que consensuaron entre todos el montaje definitivo de manera que la organización a la que represento, la moral católica que me asignan y mi persona, no saliéramos tan mal parados, como podría haber sido. Muchas gracias Señor Rich, por haberme salvado.
Está claro, porque así me lo ha dicho Salvador Rich, y él mismo lo manifiesta en el comentario que cierra el programa, que el equipo realizador es partidario de conceder a estas parejas todos los derechos que pudieran corresponderles, aunque exista la posibilidad de que entre en contraposición con los derechos de niños y niñas. Esto es lícito y resulta enriquecedor que en nuestra sociedad haya diversidad de criterios. Lo que no me parece ni lícito, ni enriquecedor es que haya personas que utilicen el poder mediático como instrumento para crear opinión y transformar la conciencia social, orientándola hacia sus propias opiniones.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 10 de marzo de 2001