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COLUMNA

Familias

La vida es que no para de dar vueltas. En los años sesenta la progresía abogaba por la disolución de la familia, que era una institución mayormente alienante y castradora. Los jóvenes leían On the road y soñaban con una falansterio en vez de con un piso. Son los padres del siglo XXI, los padres de ahora mismo, algunos de los cuales se han convertido en padres de la patria y, desde sus escaños o consejerías, pretenden enmendar sus ingenuos errores juveniles e insuflar nueva vida a la vieja familia. Han descubierto que, en los tiempos que corren, la solidaridad se da de puertas para adentro. Además, la vida política y económica confirma la operatividad de las familias. Hemos tenido que pasar de la familia Telerín a la familia Guerra para comprender que, como en casa, no nos van a tratar en ningún lado. Compartir apellidos, color de piel y ojos, domicilio y Rh es tener, como poco, medio camino hecho.

Ahora el Gobierno vasco pretende reeditar las viejas glorias filmadas por Cifesa incentivando la natalidad y convirtiéndonos, si nos descuidamos, en clónicos del gran Alberto Closas y su atómica familia nuclear. El Departamento de Justicia, Trabajo y Seguridad Social ofrece un paraíso laboral y fiscal a las parejas que decidan crecer y multiplicarse a ritmo de Rank Xerox a partir de enero del año 2002. El proyecto no podrá ser aprobado en el Parlamento antes de las elecciones, pero su espíritu permanecerá más allá de las siglas de uno u otro partido. El de la baja tasa de natalidad, como el de la creciente inmigración, es un fenómeno propio de las sociedades desarrolladas. Un fenómeno que algunos convierten en problema, y otros, como el señor Barrera, en amenaza para la supervivencia de su querido pueblo, o sea, de sus hermanos, tíos, primos y demás familia. Piensan muchos que el aumento de la natalidad en casa y la esterilización del fértil tercer mundo es la mejor vacuna contra la inmigración. Temen que la civilización occidental se erosione. Por cierto, a Gandhi le preguntaron una vez: '¿Qué piensa, Mahatma, de la civilización occidental?'. A lo que respondió: 'Que sería una magnífica idea.'

* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 10 de marzo de 2001