La mascletà siempre ha supuesto un caldo primordial para que prosperen otros espectáculos adicionales. Cualquiera que busque una oportunidad, la encuentra allí. Hace unos años, al amparo del acontecimiento pirotécnico, los alumnos de dos colegios rivales de Valencia se daban empujones y se zurraban para afianzar su prestigio intelectual y dar entretenimiento a parte de la concurrencia durante los minutos previos al acto.
Sin embargo, en los últimos tiempos, ha surgido un nuevo espectáculo que establece una dura competencia audiovisual con el trabajo de los maestros pirotécnicos. Se trata de la estampida de motocicletas que se produce al termino de la mascletà. Con el último estallido, centenares de jinetes adolescentes se apresuran hacia sus motocicletas, que han amarrado en la zona de extramuros. Se suben al lomo, las encabritan como un animal rabioso y salen en desbandada sin casco a esquivar los controles de policía establecidos en los puentes del río. Si driblan a los agentes con maniobras vertiginosas, son aplaudidos como héroes por un público cada día más numeroso, que encuentra más aliciente en este evento que en la mascletà. Mañana volverán a hacerlo. En realidad, el verdadero espectáculo empieza cuando termina la mascletà.-
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 11 de marzo de 2001