En la practica totalidad de los establecimientos comerciales de esta zona, en el barrio de Triana, Sevilla, se vende pan que ha sido horneado sobre bandejas metálicas con pequeños agujeros.
En un supermercado donde se pueden ver dichas bandejas noté hace algún tiempo que algunas de ellas están pintadas con una pintura rojiza o marrón. Supongo que esa pintura es un producto que impide que el pan se pegue al metal de la bandeja, como sustituto de harina o grasa. Resulta que ese producto se desprende a veces y queda incrustado en el pan. Unas veces son trozos lo suficientemente grandes como para identificarlos (por el color) como algo extraño y que nadie desearía comer. Otras veces son partículas casi imperceptibles.
En dicho supermercado hasta me han confirmado que no es comestible y que desde luego no es lógico ni normal que se venda así. He pedido varias veces que comenten esto a sus superiores, que desearía recuperar la confianza para volver a comprar pan en su establecimiento, a lo cual contestan sarcásticamente que sí, que lo harán, como si fuera a servir para algo...
En la mayoría de los bares me dicen que no saben nada de eso, que se lo comentarán a su proveedor, a ver qué les dicen. Al final no ocurre nada.
En una panadería incluso se negaron a escuchar mi queja y no me facilitaron las hojas de reclamación porque -aunque tenía una muestra del pan con la incrustación de pintura-, no tenía el recibo de caja como prueba de haberlo comprado allí. ¿Quién pide un recibo al comprar dos bollos de pan? En realidad, tampoco lo dan ellos por costumbre.
Quisiera denunciar esta práctica, el uso de dicha pintura, o por lo menos que se aclare si es apta o no para el consumo.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 13 de marzo de 2001