'Es un cabaré muy singular, porque está hecho por monjas', describió Luis Lázaro. 'El escenario es muy sencillo, sólo enseña la puerta del infierno', continuó, 'y las monjas cantan cuatro canciones y se bajan al patio de butacas para pedir donaciones, porque de eso viven'.
Las monjas son tres actrices familiarizadas con el contacto directo con el público. Según ellas mismas explican, Celia Ballester es la madre superiora, de 'carácter muy duro y parecida a una predicadora norteamericana'; Raquel Cubillo es sor Consuelo, una mujer de la vida, 'socarrona, violenta y malhablada que se metió a monja para poder comer', y Trinidad Iglesias es sor Amparo, una mujer inocente que entra en el convento 'porque es el único sitio donde le dijeron: 'si quieres, quédate' y donde le organizan cada paso que da. 'La recompensa de su ingenuidad es que, al final, para ella queda un bonito mundo', explicó el director.
Las tres monjas cabareteras recorren los siete pecados capitales 'y otros, más modernos, como la mediocridad, el aburrimiento o la intransigencia con los que son diferentes', según Lázaro, que escribió la obra hace dos meses y comenzó los ensayos a principios de febrero.
'Como no dejamos de pecar, esto se acaba', es la premisa de la que parten las monjas para asegurar que el fin del mundo llega ya. 'Y, más en serio, todos los días hay algún fin del mundo, cuando hay una injusticia, cuando aparece el desamor, cuando alguien muere', reflexionó el director, que aseguró que el montaje 'no es irreverente. Quien tenga un corazón limpio verá que todo es una broma'.
Catequesis nocturna, El fin del mundo (juguete sacramental). Teatro Alfil. Pez, 7; metro Noviciado. Desde mañana, a las 20.30. 1.500 y 2.000 pesetas.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 13 de marzo de 2001