Dicen que el Ayuntamiento de Madrid quiere incluir la torre de Valencia en el Catálogo de Elementos Protegidos, pues se integra este singular edificio en una lista pactada con el Colegio de Arquitectos.
Si la soberbia del gremio de arquitectos es capaz de consagrar un ataque tan agresivo al urbanismo es que no le interesa en absoluto la ciudad y convive alegremente, como siempre sospeché, con la especulación más abyecta. Son como los de antes y van a lo suyo, con un narcisismo estúpido.
Al Ayuntamiento hay que exigirle que tenga más criterio y que no caiga en una trampa tan cómoda como zafia: las ciudades no son de quienes utilizan sus espacios para ganarse la vida. A éstos, al fin y al cabo, les corresponde el papel de servidores y no el de estúpidos tiranos.-
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 14 de marzo de 2001