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CARTAS AL DIRECTOR

Miradas

Me ha llegado la noticia de que se llevan a Art Futura a Barcelona. Si es cierto, lo siento, porque era una gran suerte que se posara cada año en Sevilla y tenía mucho interés, sobre todo para los jóvenes que esperaban largas colas para acceder a algunas de las demostraciones. ¡Qué se puede decir! Lo más sencillo y menos frustrante es que, bueno, que lo hemos disfrutado.

Seguro que la tecnología será importante en las artes de este siglo, así como también debe ser verdad esa idea, cuyo autor no recuerdo, de que el arte, más que progresar, acumula. Para los que miramos las artes plásticas desde fuera, el único camino de acercarnos, verdaderamente, es el de la acumulación de miradas, y para ese propósito tenemos siempre buenas posibilidades en centros públicos y privados, el museo de Arte Contemporáneo entre ellos y muchas galerías de arte que lo trabajan extraordinariamente.

Una artista de gran interés expone algunas obras en la galería de Pepe Cobo: Cristina Iglesias. Una muestra muy recogida y de intrincado acceso; no es fácil encontrar la puerta de entrada ni quién te pueda asesorar, pero con un poco de tesón se consigue. Allí sorprende una gran escultura abierta y cerrada al mismo tiempo, compacta, con peso y color, un único color, en la que entras y sales de rincones vacíos y sombras inquietantes.

La Caja San Fernando expone las obras recientemente adquiridas de Teresa Duclós, en las que se han acumulado numerosas miradas por tratarse de una pintora tan admirada como estimada en esta ciudad. La belleza del catálogo ya presagia futuras delicias. Cuadros pintados entre 1961 y el año pasado. Ventanas abiertas, detalles íntimos y cercanos, bodegones delante de un fondo vacío, sobre una horizontalidad simple e impecable... Da la sensación de que puede una respirar tranquila y descansar el alma de las inquietudes y zozobras que siembra Cristina Iglesias, pero al cabo de un rato se descubren trazos con la misma fuerza, aristas con la misma contundencia, y el mismo engaño de invitarte a penetrar en lo impenetrable. Me gusta esa argucia, esa seducción, esa verdad y esa mentira abiertas, reales y artificiosas, sin presentar la más mínima duda.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 15 de marzo de 2001