El agente G. J. N. A. fue juzgado junto a A. P. LL., un camarero de un club de alterne de La Marina Alta, con quien supuestamente intercambiaba el hachís procedente de los decomisos por cocaína. El guardia civil reconoció que era adicto a la cocaína mientras estuvo de servicio en el País Vasco, pero que abandonó el consumo al ser trasladado a Alicante. 'Cuando ocurrieron los hechos [entre los años 1997 y 1998] ya estaba curado, y jamás me apropié de drogas decomisadas', declaró. La versión del agente juzgado fue ratificada por sus compañeros del instituto armado que declararon en calidad de testigos. Ninguno de ellos afirmó haber visto al guardia apropiarse de parte de los alijos aprehendidos.
Mientras, la declaración de un testigo protegido, cuya denuncia dio origen al procesamiento del guardia y del camarero, fue ambigua. Este testigo señaló que optó por colaborar con la Guardia Civil 'a cambio de ayuda' y dijo que el supuesto intercambio de hachís por cocaína entre los dos procesados lo supo por comentarios de terceras personas.
El fiscal mantuvo la acusación contra el agente, pese a reconocer que 'la prueba es débil', apreció. El fiscal solicitó casi cuatro años de cárcel y 14 de inhabilitación para el guardia civil. La defensa pidió la absolución por la falta de pruebas y apeló a la presunción de inocencia. 'Ninguno de los hechos que se le imputan se han probado', dijo el letrado.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 15 de marzo de 2001