'A este teatro le pega mucho esta obra, por el sitio en el que está'. La actriz María Asquerino se refería ayer a Las señoritas de Aviñón, la obra que hoy se estrena en el teatro Príncipe Gran Vía, situado a una manzana de la calle de la Montera, donde muchas prostitutas se buscan cada día la vida vigiladas por sus chulos. Y es que este espectáculo, montado sobre el libreto de Jaime Salom, refleja el burdel al que iba Pablo Picasso en sus años jóvenes. El mismo que, en 1907, el genial pintor reflejó en el cuadro que inspiró esta obra.
Salom aludió también a la polémica sobre su título: 'Los franceses piensan que se refería a las vecinas de la ciudad de Avignon, pero otros expertos mantienen que era un burdel de la barcelonesa calle de Aviñó'. Ángel Montesinos, director del montaje, apuntó: 'Entonces, un burdel era una célula familiar. Ahora hay unas mafias que explotan a la gente, y se acabó'. En ese burdel de finales del siglo XIX vive madame Hortensia (María Asquerino) con 'la única familia que ha conocido'. Entre sus pupilas, una muy especial, Rosita (Beatriz Rico), que de esta forma trabaja para mantener a su hermana, Pepita (Bárbara Lluch), que vive en la misma casa. Para Rosita son los delirios amorosos del joven pintor (Fran Sariego), quien va al burdel 'no sólo a pasárselo bien y estar con mujeres, que siempre le gustaron mucho, sino a hablar de su pintura', apuntó Salom. Allí también viven y trabajan Antonia (Carlota Alonso), Pilar (Montse Clot) y Sofía (Yolanda Ulloa), la hija de la madame, empleada como modista. Con la imagen de estas mujeres, Picasso rompió con todo lo anterior y abrió un mundo nuevo en la pintura.
Las señoritas de Aviñón. Teatro Príncipe Gran Vía. Tres Cruces, 8; metros Gran Vía y Sol. De 2.000 a 3.000 pesetas.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 15 de marzo de 2001