El Arsenal ha sido el único club capaz de mirar de cerca al Manchester en los últimos años. Después del dudoso legado de George Graham -boring Arsenal (aburrido Arsenal) lo llamaban-, el francés Arsene Wenger ha mantenido la vieja eficacia defensiva del equipo con un cierto desparpajo en ataque. Pero las tradiciones no cambian así como así: el Arsenal acostumbra a ganar o a perder por un gol. Algunos datos indican una pérdida de fiabilidad defensiva. La veterana línea de zagueros ingleses -Dixon, Adams, Keown, Winterburn- comienza a dar señales de flaqueza. Winterburn ya no está, y a Dixon se le ve demasiado el cartón. Adams no resiste a los regateadores y Keown se lesiona con frecuencia. Esto supone la titularidad del francés Grimandi como central de poco fuste. El lateral izquierdo es Silvinho, un jugador de largo aliento y con bastante presencia en el juego de ataque. En el medio campo, el francés Vieira es un potente bastión defensivo. Por la derecha, Parlour pone fe. Pires es inconsistente, pero tiene habilidad e ingenio por la izquierda. Lo mismo podría decirse de Bergkamp, y hasta del nigeriano Kanu, un delicioso delantero que juega de manera insuperable en espacios reducidos. En el centro de la delantera, Henry, un pura sangre que puede ganar a cualquier defensa por velocidad.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 17 de marzo de 2001