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El mestizaje del fútbol brasileño, el rumano y el turco

Nadie se toma demasiado en serio al Galatasaray, pero sus resultados en los últimos años obligan a pensar en un equipo de garantías. Venció con toda justicia al Arsenal en la final de la Copa de la UEFA y sorprendió al Madrid en la Supercopa. El Galatasaray es el producto de un mestizaje entre turcos, rumanos y brasileños, tres culturas que han funcionado perfectamente en Estambul. Brasil está representado por el portero Taffarel, el lateral derecho Capone -buen jugador, fiable en el juego por alto y con despliegue- y los delanteros Marcio y Jardel. De Jardel no hay nada que no se sepa: potente, cabeceador y casi siempre inspirado frente al Madrid, tanto en el Oporto como en el Galatasaray. El fútbol rumano está representado por el técnico, Mircea Lucescu, y dos jugadores con larga historia en Europa: el central Popescu, ex del Tottenham y el Barça, y Hagi, que vive su cuarta juventud en Estambul, donde juega a su aire, ajeno al rigor táctico, sólo atento a aprovechar su habilidad y disparo. Para el Galatasaray es fundamental. El medio Emre levanta la bandera turca. Zurdo, listo, con clase, es el director de orquesta junto a otro zurdo: el sueco Schwarz. El paisaje final corresponde a un equipo engañoso, con un aire a los años sesenta, menos preocupado por lo táctico que por sacar partido a las cualidades de sus jugadores. Y en eso tiene un poco de todo.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 17 de marzo de 2001