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Crítica:FRANK BLACK & THE CATHOLICS | ROCK

Visceral

Noche de rock visceral la ofrecida por estas dos formaciones que, salvando la experiencia, circulan por estilos parecidos. Carayo Drive, compuesto por dos madrileños y dos canarios, abrió el cartel con un pop eléctrico y ruidoso que tiene hincadas sus raíces en los Pixies y cada vez cuenta con más canciones dignas de un álbum de estreno a lo grande. Llevan tres años pateándose pequeños clubes y grandes festivales y la experiencia se va notando en la fuerza en vivo de temas como Písame más y Susi Kill. Darán qué hablar.

El veterano Frank Black abordó después una extensísima actuación en la que salieron a la luz todas las virtudes de su peculiar modo de entender el rock: lleno de irregularidades rítmicas, guitarras implacables hasta en los acoples, melodías de extraña geometría y agresividad punk a la hora de expresarse. A todo esto, Black, que cada vez parece más interesado en las raíces del rock americano, ha dotado a su extenso repertorio de un sonido en el que el abrasivo órgano o los delicados juegos de pedal steel se complementan con unas guitarras que, literalmente, braman entre los dedos de sus correspondientes instrumentistas. Black, francotirador de uno de los lados menos convencionales del rock, triunfó en esta visita en la que presentaba su último disco, Dog in the sand, aunque no renunció a abarcar toda su carrera, los legendarios Pixies incluidos.

Frank Black & The Catholics + Carayo Drive

Frank Black (voz y guitarra), Scott Boutier (batería), Rich Gilbert (guitarra, teclados, pedal steel y coros), Dave Mccaffrey (bajo y coros) y Dave Philips (guitarra y pedal steel). Sala Arena. 3.000 pesetas. Madrid, jueves 15 de marzo.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 17 de marzo de 2001