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OPINIÓN DEL LECTOR

Obras y Santa Bárbara

De mi consideración: Gala Dia-konova y Salvador Dalí (sus maniquíes que les representan) viajan confortablemente, y a resguardo de los elementos, en un Cadillac; de repente se pone a llover... dentro del coche. Ante el asombro de Gala, Dalí parece comentarle algo acerca de una tal santa Bárbara. Lo anterior es un celebrado juego surrealista y sucede varias veces al día en el patio del Museo Dalí de Figueres. En nuestra ciudad, y también aparentemente a resguardo y bajo techado, a algunos les llueven... cascotes con resultado no surrealista, sino realmente trágico. Y sólo entonces el muy católico Ayuntamiento de Madrid se acuerda de santa Bárbara en forma de inspecciones urgentes.

Cualquiera sabe que para hacer obras menores o de las otras basta con una comunicación escrita. A partir de ahí pueden tirarse tabiques en el mejor de los casos y, desde luego, sin dificultad pueden tirarse paredes maestras. Cuando hay múltiples denuncias de otros vecinos puede llegar una inspección, y mucho más tarde, cuando la hay, una multa siempre leve que por otra parte ya estaba en el presupuesto de gastos del infractor. Nunca termina el asunto obligando a dejar las cosas como estaban.

El Ayuntamiento aduce falta de técnicos para la inspección. Es verdad, pero también podríamos hablar de su falta de eficacia contra la burla urbanística o, acaso, de su falta de voluntad política para pelear contra ella. Pero dejaré los consejos y daré direcciones. Sin ir más lejos, la mía. Vivo en la calle Mayor, cerquita de la calle del Factor, donde la última tragedia. Un caballero en forma de empresa circunstancial compra el piso 5º izquierda (diciembre de 1999). El mismo día de las escrituras empieza sus obras mayores para reconvertirlo en tres apartamentos, tres. Por descontado, presenta en la Junta Municipal de Centro su acto comunicado de obras menores.

Por supuesto, para que un piso, uno, pueda devenir en tres pisos, tres, es preciso tocar elementos comunes de la finca y tirar paredes maestras. Las tira. La comunidad de propietarios y yo mismo denunciamos el hecho por escrito, de palabra, telefónicamente y por denuncias a la Policía Municipal.

Delante de otra vecina y de mí nos visita la Policía Municipal, que no puede acceder al citado piso pese a que hay trabajadores haciendo su faena; éstos no abren, pues se trata de trabajadores extranjeros y han recibido instrucciones de no abrir. Todo lo anterior está documentado en la Junta de Centro. Podemos ser las próximas victimas.-

* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 17 de marzo de 2001