Ante el reciente éxito editorial de las biografías de 'Hitler' (13 ediciones) y 'Franco. La historia' (3 ediciones en 3 meses); la publicación por vez primera de todos los diarios que escribió el presidente D. Manuel Azaña, en un solo volumen, no parece que vaya a ser un éxito de ventas.
Aunque ya contamos con buenas biografías (J. Marichal, S. Juliá, A. Egido León); lo mejor y lo peor de Azaña está en estos diarios, el escritor (Premio Nacional de Literatura) y el hombre: el paisaje, sensibilidad (Alcalá, El Escorial, París), sentido del humor, ironía, pero también su carácter y su soberbia (del diablo decía él).
No es necesario que ningún oportunista de turno se empeñe en desmitificar nada. Azaña, no contó nunca con muchos lectores, fue incómodo para unos y para otros; solitario, con sus libros, paseos y excursiones (Sepúlveda, El Escorial, La Morcuera); representaba la lucidez del visionario.
Era consciente en todo momento de su situación y de la soledad en que se encontraba: 'Como no aspiro a nada, ni quiero ser nada, ni me propongo ser nada, no tengo que solicitar el concurso de nadie para nada. Yo sé cuál es mi horóscopo; lo ha hecho persona de autoridad y, como soy crédulo y algo tímido, me atengo a él: en la oposición no significo nada'. Sirvan estas palabras como recuerdo y homenaje a su persona y obra en el silenciado celebramiento del 60º aniversario de su muerte en Montauban.-
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 17 de marzo de 2001