Hoy me han informado de que la Universidad de Drake, en Iowa, EE UU, ha cerrado las puertas de sus departamentos de lenguas extranjeras para reducir costes, lo cual me invita a reflexionar sobre el porqué de la cuestión.
En primer lugar, ¿los estudiantes americanos no se sienten del todo atraídos en conocer más allá de sus fronteras? ¿Para qué complicarse la vida con un nuevo idioma si con el suyo el mundo les rinde culto a sus pies? En segundo lugar, puede ser que nosotros, los profesores, tengamos parte de culpa. ¿Acaso empleamos el método equivocado? ¿No sabemos llegar a nuestros alumnos? ¿No somos lo suficientemente exigentes? ¿No sabemos motivarlos? Probablemente la respuesta se halle en ambos lados; sin embargo, el hecho de que una universidad reduzca costes en contra de la cultura exterior demuestra una vez más que el inglés es el idioma del dólar.-
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 17 de marzo de 2001