... Y aquí estábamos los españoles y antiespañoles mirándonos el ombligo después de cuarenta años de gafas oscuras y ceguera; discutiendo apasionadamente sobre si un ombligo redondo es más o menos español / antiespañol que uno alargado, sobre si un ombligo hacia dentro es más o menos Rh negativo que uno hacia fuera, sobre si 'la diferencia' comenzaba con el vecino del primero o el del portal de al lado, cuando, de repente, ¡pop!, nos despertamos aletargados y nos enteramos de que miles de personas son ahora también nuevos vecinos nuestros.
Comenzamos a sospechar que en el 'más allá' hay otros mundos, que hay otras gentes, otros ombligos..., y que todos los instrumentos de medición umbilicales quedan automáticamente desfasados y, por lo tanto, inservibles.
Quizás ahora, con la ayuda de nuestros nuevos vecinos, podamos comenzar a comprender que las fronteras no son rayas rojas pintadas en el suelo, que el mundo es redondo, y no un lienzo colgado en la pared con provincias de color pastel alrededor de la nuestra -verde intenso-, y que al final ni tan siquiera los ombligos eran tan importantes.
Gracias a nuestros nuevos vecinos por habernos despertado de aquella interminable siesta.-
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 18 de marzo de 2001